viernes, 27 de agosto de 2010

3.


3.
"I won't let you go"

Metió la llave en la cerradura y entró despacio en su casa. Fue a su habitación, dejó el bolso y las demás cosas en la mesa y cerró la puerta. Cuando se dio la vuelta vio a James sentado en su cama y muy cabreado. Se levantó y la agarró de las muñecas fuertemente.
-¿Quién era ese chico? ¿Qué cojones hacías con él?
Ella le miró y después se miró las manos, se estaban quedando rojas.
-¿Qué más te da? No hemos hecho nada malo... Como si tú no te hubieses intentado liar con Sophie- respondió mirándole con cara de asco.
-¡Cállate y responde! Y a ver si dejas de inventarte gilipolleces.
James seguía apretándole las muñecas y ella se quedó callada. Él, impaciente, levantó la mano y le abofeteó la cara:
-Que me respondas. ¿Qué parte no entiendes? No me parece una pregunta tan difícil.
Se le había quedado la marca de su mano en la cara y las muñecas se estaban poniendo excesivamente rojas, así que decidió responder:
-Es un amigo... ¿No puedo tener amigos? 
-No si son... como él- respondió mirándola con arrogancia.
-¿Cómo él? Mejores que tú, dirás.
James se cabreó y la tiró al suelo, después se puso junto a ella:
-¿Qué has dicho?
Las lágrimas comenzaban a invadir su rostro y él se regodeaba en su dolor.
-Vete de mi casa, James. No quiero volver a verte en mi vida, eres un mierdas, no vales la pena.
La miró con una mezcla de desprecio y miedo: él la "quería", no podía dejar que eso ocurriese.
-No... no... ¡No! No lo dices en serio. No quieres cortar conmigo. Nosotros... nosotros nos queremos.
Le cogió el rostro empapado en lágrimas con una mano y la miró:
-¿Verdad que nos queremos? 
-No, no te quiero. Nunca te he querido.
Él se levantó. Sacó un cigarrillo, lo encendió y comenzó a caminar nervioso por la habitación. Ella observaba cada uno de sus movimientos. La miró:
-No, te equivocas. Lo que pasa es que... estás enfadada porque te he gritado y confundes los sentimientos. Tú me amas. Y.. yo.. lo siento. No volverá a suceder, no sé qué me ha pasado.
Lane se sentó en el suelo y con desprecio dijo:
-Vete de mi casa. No estoy confundiendo nada: Te odio. Has sido el peor error que he cometido y me arrepiento de cada segundo contigo.
Él fue hacia ella y le pegó una patada en las costillas. Lane cayó tumbada al suelo y comenzó a toser. James se asustó y decidió marcharse diciéndole que necesitaba pensar, que no quería cortar con él. 
Cuando James se fue ella se levantó apoyándose en la mesa y cogió el móvil. Llamó a Sophie. Buzón de voz. Colgó tosiendo y llamó a Allyson. No contestaba. Se tumbó en la cama y tosiendo y llorando pasaron dos horas, eran las doce. Cogió el móvil y llamó a Dougie. Segundos después, una voz contestó:
-¿Sí?
-¿Dougie?- consiguió pronunciar entre sollozos.
-No, Tom. ¿Quién es?
Ella extrañada y llorosa contestó:
-Lane... he-hemos que-quedado hoy... ¿Dónde está Dougie?
-No está, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras?
Se quedó un momento en silencio y se secó, como pudo, la cara:
-Nada, no importa, dile que he llamado.
Cuando iba a colgar él dijo:
-Eh, espera...
Ella se puso de nuevo el aparato en el oído y preguntó, sollozando:
-¿Qué pasa?
-Yo soy muy amigo de Dougie... y, si necesitas hablar con alguien, yo puedo escucharte.
Al principio dudó un momento, pero... "¿por qué no?":
-Vale, ¿puedes venir a mi casa?
-Sí, claro.
Ella seguía llorando pero, aún así, pudo esbozar una pequeña sonrisa.
-Te mando un mensaje al móvil de Doug con la dirección- finalizó la conversación y cortó. Unos cinco minutos más tarde el timbre sonaba. Lane fue a abrir la puerta, todavía con los ojos rojos de tanto llorar, miró por la mirilla y vio a un chico alto, rubio y con cara de majo. Alzó un poco la voz y preguntó:
-¿Tom?
Él levantó la mirada y la fijó en la mirilla, luego, sonriendo, contestó:
-Sí, soy yo. 
Lane abrió la puerta y le dejó entrar. Él la miró un momento intentando averigüar si la conocía de algo, finalmente, cuando se dio cuenta de que no, decidió preguntarle quién era ella.
-Soy Lane Wood, conocí a Dougie ayer por la tarde. Nos chocamos y hoy hemos quedado- contestó ella mirándole fijo a los ojos, mientras algunas silenciosas lágrimas rebeldes seguían cayendo por sus mejillas, y añadió-: Llamé a mis amigas, pero no contestaban, y le había prometido a Dougie que esta noche llamaría así que llamé.
Después de esta explicación, Tom sonrió y le tendió la mano. Ella se la estrechó y se sentaron juntos en la cama de Lane. Cuando se sentaron, Lane apoyó las manos en sus piernas y Tom las vio todas amoratadas, entonces, preocupado, preguntó:
-¿Qué te ha pasado en las muñecas? ¿Por eso llorabas?
Ella se miró las manos y luego a él. Las lágrimas caían silenciosamente y no podía pronunciar palabra. Tom la abrazó un poco y esperó a que se calmara.
-Sí, más o menos... Es un poco largo. No quiero molestarte con mi vida, ni siquiera me conoces- dijo Lane clavando sus ojos rojos en él.
-No, no me molestas. Además, para algo he venido hasta aquí, ¿no?- contestó sonriendo y abrazándola un poco más fuerte.
Lane apoyó su cabeza en el hombro de Tom y llorando le contó que había discutido con James por Dougie, que ella quería cortar, que él no la dejaba y se inventó que lo de las muñecas se lo hizo ella. Pero Tom se imaginaba que no era verdad:
-Lane... deberías hacer algo.
Ella le miró llorando todavía y dijo:
-¿Cómo qué? ¿Llamar a la policía? No puedo. Es mi novio, le odio, pero no me ha hecho nada. No quiero que me haga nada más.
Tom la abrazó por la cintura y, al rozar las costillas, Lane soltó un chillido e intentó contener las lágrimas de miedo y dolor. Él se separó un poco, la miró a los ojos y le secó las lágrimas. Después, preguntó:
-¿Qué tienes ahí? 
-Nada- contestó ella separándose nerviosa de él y evitando su mirada.
-Lane... No me mientas, ¿por qué te has quejado?- replicó él levantándole el rostro con las manos.
-Porque... el otro día me caí subiendo las escaleras y... me hice daño.
Tom la miró poco convencido de la respuesta de la chica y contraatacó:
-Ya... ¿y lo de la cara?
Lane dudó un momento y, después, contestó:
-Me choqué con una puerta.
Decidió no intentarlo más. Y la abrazó de nuevo, esta vez, más cuidadosamente. Un poco después dijo:
-¿Quieres venir conmigo y ves a Dougie, y, si quieres, te quedas con él una noche o...? Lo digo por tus padres, a lo mejor, si te ven así, se preocupan.
Ella sorbió los mocos y medio sonrió, luego dijo que sí y le agradeció la oferta. Tom la ayudó a coger un par de cosas y a bajar por las escaleras. Le abrió la puerta del coche y arrancó. Después de un rato, llegaron a una especie de edificio bajito, de dos pisos, que tenía detrás un pequeño jardín, que a simple vista no se veía. Tom abrió la puerta y la acompañó al salón, donde estaba Dougie viendo la tele, y se fue a su habitación. 
Lane se asomó por la puerta entreabierta y le vio, sentado, haciendo zapping. Tocó una vez y pasó. Al escucharla Dougie se giró, sonrió y se levantó a saludarla. Ella se acercó a él y le besó los labios, mientras una lágrima de felicidad, seguridad y alivio resbalaba lentamente por su mejilla y caía a la alfombra del salón.

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