"I'll pick you up of the ground".
Los chicos cogieron a James, le levantaron del suelo y le llevaron a la puerta, dejándole fuera. Luego, volvieron con Lane, que seguía llorando mientras metía las cosas en una mochila. Los chicos la miraban desde la puerta de la habitación: no podía casi moverse y estaba morada de los golpes que había recibido. Lane tiró la mochila al suelo y se sentó en la alfombra a llorar, después de meter una camiseta dentro la mochila y darse cuenta de que le dolía hasta el pelo. Entonces, Harry fue a su lado y la abrazó por la cintura y ella le devolvió el abrazo con todas las fuerzas que le quedaban. Danny, mientras tanto, metía ropa en la mochila, para salir cuanto antes de allí. Los chicos la miraron un momento con expectación y dijeron:
-Y, ¿qué vas a hacer?
Ella se secó las lágrimas y se encogió de hombros, mientras Danny se acercaba a ella:
-¿Y ya está? ¿Vas a quedarte de brazos cruzados a esperar otra paliza?
Ella le miraba con cara de: "Danny: necesito un abrazo, no un sermón". Y a él le costó pillarlo pero, cuando lo hizo, casi corrió a sus brazos y no la soltó hasta que Harry terminó la mochila que Danny había dejado a medias y les dijo que se tenían que ir. Salieron de la habitación y Fred estaba en la puerta con cara de cabreo. Lane le miró y dijo, con un hilo de voz:
-Ahora no, Fred.
Él se acercó a ella y la abrazó lo más fuerte que las heridas de su hermana le dejaban y lloró en silencio, mientras Lane le acariciaba el pelo y le oyó susurrar: "No te vayas, Lane. No quiero quedarme con mamá y papá solo... No me dejes, Lane". Ella sonrió conmovida y se agachó para mirarle de frente:
-Freddy, ya sé que no hacen más que discutir, pero no puedo quedarme. Si lo hago James vendrá de nuevo y, ya sabes... Lo siento, nene. Te quiero mucho, ¿vale?
Él sonrió y asintió, mientras ella salía con los chicos por la puerta y bajaba al coche. Durante el trayecto intentaron animarla, pero ella no hacía más que pensar, y decir, qué pasaría cuando Dougie la viese así. Finalmente, llegaron a casa y se apearon del coche, dirigiéndose a la puerta. Entraron y vieron a Tom y Dougie desayunando. Éstos les miraron y, en cuanto Dougie la vio así: morada y llorosa, corrió a abrazarla. Ella le devolvió el abrazó y sonrió, llorando. Fueron juntos al jardín y se sentaron en una especie de hamaca, que es como un sofá solo que se mueve (como en las pelis), mientras Dougie la abrazaba por el cuello y ella se apoyaba en su hombro contándole lo ocurrido y terminó:
-Pero sólo pensar en ti haciéndome el amor me hizo sentirme bien, como una niña con su piruleta. Y tú eres mi piruleta.
Él sonrió con sus últimas palabras y la besó suavemente, mientras ella se abrazaba a él deseando que ese momento no acabase nunca.
Pero la vida sigue y Danny y Sophie eran de lo más melosos, no se separaron en todo el día. Por la noche, él suplicó que se quedase y su estancia se vio alargada una semana.
En esa semana, Ally fue a verlas y lo primero que hizo fue echarle el ojo a Harry que, cuando ella llegó, estaba en el salón. Se sentó a su lado y dijo:
-Hola, soy Allyson. Ally. Amiga de Lane.
Él se giró para mirarla y sonrió:
-Yo soy Harry, amigo de... todos los alojados en esta casa.
Charlaron un rato y luego ella subió a ver a sus amigas, que la esperaban.
-Perdón, me he encontrado con Harry y me he visto en la obligación de hablar con él. Está demasiado bueno.
Las tres rieron y se pasaron la tarde hablando. Finalmente, Sophie y Allyson se fueron: la primera con la promesa de Danny de volver a llamarla y la segunda con la de Harry de volver a verse. Pasó el tiempo en casa de los chicos y Lane se recuperó bastante rápido. Danny salía de fiesta bastante a menudo y Harry estaba pegado al teléfono con Allyson. Tom estaba desaparecido y Dougie no hacía más que cuidarla. Cuando se hubo recuperado, Lane llamó a sus amigas en busca de una noche de fiesta sólo para ellas. Quedaron esa misma noche en la puerta de una discoteca bastante famosa del centro de Londres. La primera en llegar fue Sophie, que apoyada en la pared, miraba a la gente que entraba y, entonces, le vio. Danny, saliendo de un coche solo. No, con una chica de la mano. Se acercó a él y le miró.
-Tenías razón, ahora no quiero que te vayas- dijo ella imitando el tono de voz de Danny y añadiendo-: Eres un cabrón.
Él la miró abatido y le cogió la mano:
-Lo siento...
Ella se rió y contestó:
-No, no lo sientes y lo sabes. No pensaba que sería nada serio, pero podrías haberme avisado de que para ti era un rollo de una semana. No te creía capaz de hacerme esto.
Él miraba al suelo y, entonces, se atrevió a replicar:
-No estábamos saliendo, que yo sepa.
-No, tienes razón. Pero después de follar durante una semana no me iba a imaginar que me cambiarías por la primera puta que se te cruzase por delante- contestó girándose para marcharse.
Él cogió su muñeca y ella añadió:
-Ah, no hay copyright así que, si quieres, puedes decirle todas las cosas que me dijiste a mí, porque yo no quiero saber nada más de ti. Eres un cerdo.
Se soltó y se fue a donde estaban sus amigas, que ya habían llegado. Danny se quedó mirándola un momento y, después, se metió en el coche y se fue, dejando sola a la chica.
Lane vio a Danny marcharse, mientras abrazaba a sus amigas, pero decidió no decir nada hasta que Sophie sacase el tema, si lo sacaba. Entraron a la discoteca y miraron a su alrededor: una muchedumbre bailando, fumando, bebiendo y pasándoselo genial. Se les unieron en todo y aprovecharon esa noche para fumarse los porros que, en otras ocasiones, no fumaban, para beber como nunca antes y bailar abrazadas como buenas amigas que eran. "Esto es, sin duda, lo que quería", pensó Lane sonriente.
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