"There was a time everybody was around and I was dancing with you".
Y, entonces, te ves solo. Nadie hay ya que te pueda ayudar a comprender lo que sucede a tu alrededor. Y descubres que tampoco hay nada que desees saber, por lo que decides vivir durante unos momentos, al menos.
A su vez, en Londres, Dougie se despertaba después de su noche con Kaya, pero en la cama estaba solo. Eran las diez de la mañana y en casa todos dormían, no se escuchaban más ruidos que los ronquidos lejanos de Harry y puede que los de Danny. A su lado, en la almohada, había un post-it en el que ponía:
"Lo siento, me he tenido que ir pronto,
pero lo pasé muy bien esta noche.
Kaya xxx".
Dougie lo leyó y acto seguido hizo una bolita con el papel y lo tiró al suelo. "No te ralles, Doug. Ahora no necesitas una relación más con la que sufrir, pasa de ella", intentaba darse ánimos y, con estos pensamientos, se marchó a la ducha para aclarar sus ideas.
Después de media hora bajo el agua humeante, abrió los ojos y salió del agua. Se quedó un rato de pie, en silencio, y pensó qué sería de Lane. Pero decidió quitársela de la cabeza y evitarse cualquier depresión que pudiese venir después.
La mañana pasó rápida y pronto anocheció de nuevo, era sábado y, por primera vez en mucho tiempo, el que tenía ganas de salir de fiesta era él y, como era algo nuevo en él, decidieron complacer a su amigo y llamaron a las chicas. La única que se negó a ir fue Kaya, pero Dougie decidió no darle importancia: había más chicas en Londres.
A las diez llegaron a un local nuevo que habían abierto cerca de su casa y empezaron a beber sentados en una mesa mientras charlaban y fumaban. Dougie se ofrecía a ir siempre a buscar las copas y aprovechaba para hablar con la camarera: Linda. Era pelirroja, alta y tenía unas bonitas tetas. Finalmente, después de levantarse por tercera vez, Dougie decidió lanzarse y le dijo al oído para que le escuchara:
-¿A qué hora sales?
Ella sonrió y le contestó:
-Cuando me quieras llevar a tu piso.
Él la miró un momento y le contestó:
-Una ronda más y nos vamos, ¿te parece?
Ella asintió sonriendo y les sirvió una ronda más. Dougie volvió a la mesa con las copas en la mano y una sonrisa de triunfo en la cara. Danny le miró y le dijo:
-¿Qué?¿Has ligado?
Dougie asintió y miró a Linda, aprovechando que ésta estaba distraída atendiendo a otros clientes.
-¿Ves a esa camarera pelirroja de ahí?
Danny asintió.
-Pues ahora me la voy a llevar a casa, ¿qué te parece?- dijo dándole un codazo a su amigo.
-JA JA JA ¡Toma ya! ¡Choca esos cinco, tío!
Dougie chocó los cinco con su amigo y se levantó diciendo:
-Deséame suerte.
-JA, creo que a estas alturas no la necesitas...
Y se acercó a la barra, seguido por las atónitas miradas de sus amigos, que observaban a Doug marcharse cogiendo por la cintura a la bella camarera.
Doug sacó un cigarro de la cajetilla y le ofreció a la chica.
-No prefiero que me des del tuyo- replicó sonriendo.
Él asintió y le dio una calada y, justo cuando se lo iba a dar a Linda, ésta se acercó a él y le besó. Estuvieron así un rato y cuando se separaron él dijo:
-Me gusta tu manera de fumar.
Ella se rió y fueron hablando hasta que llegaron a la casa de Dougie.
-Aquí es- dijo mientras abría la puerta y la cerraba tras ella-. ¿Quieres beber algo?
-Un vaso de agua está bien, gracias.
Él le quitó la chaqueta, la dejó en la entrada y le indicó el camino al salón.
-Espérame ahí, ahora te lo llevo.
Dougie fue a la cocina y cogió un vaso con agua para su acompañante, que le esperaba sentada en el sofá. Él se sentó muy cerca de ella y dejó los vasos en la mesilla. Ella sonrió y se inclinó para coger su vaso, de manera que pudo entrever sus pechos por debajo de la escotada camiseta de la chica. Linda sabía que le estaba mirando sus pecosos y blanquecinos senos, pero no le importó. Se irguió otra vez y se acercó un poco más a él, mientras posaba su mano en el muslo de éste. Él le miraba las piernas: llevaba una minifalda y estaba sentada con las piernas abiertas, no llevaba medias y su mano, posada en la pierna de la chica, ardía de deseos de tocar más arriba, por lo que, sutilmente, la acercó un poco más al borde de la falda de la chica, que hizo lo mismo y se acercó a su oído para decirle:
-No llevo nada...
Entonces, él, flameante en deseos de posarse sobre su piel desnuda y sentirla junto a la suya, la tumbó en el sofá e introdujo uno de sus dedos dentro de ella, que le cogía fuertemente y comenzaba a arder cada vez más y dejaba escapar unos gemidos en su oreja, poniéndole los pelos de punta. Bruscamente, le sentó en el sofá y le quitó los pantalones, introduciéndose su verga en la boca. Él la empujaba suavemente contra sí y, cerrando los ojos, gemía de placer y la sentaba en su regazo, mientras se deshacían de sus camisetas y sus turgentes y suaves senos quedaban al descubierto, por fin, y él los introducía en su boca uno a uno, mientras mordía sus erizados pezones. Entonces, ella, se introdujo el miembro de su compañero y poco a poco cabalgó sobre su cuerpo, cual caballo salvaje en libertad. Sus senos se balanceaban al ritmo de sus movimientos y Dougie la apretaba cada vez con más fuerza junto a su cuerpo. Sus torsos ardientes y sudorosos irradiaban pasión por los poros y sus ganas de arder en llamas juntos hicieron de esa noche una noche interminable.